¿Te agobia hacer regalos o que te los hagan? Así puedes disimular tu fastidio

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Ayer nos encontramos un articulo muy interesante que quisieramos compartir con ustedes. La fuente es Rocío Navarro y está publicado en lavanguardia.com.

Elimina la ansiedad del ritual de regalar y conviértelo en un acto placentero

El acto de regalar puede ser un estímulo para el bienestar. Más allá de la carga material del intercambio, este gesto puede activar la química cerebral relacionada con el placer y la felicidad. Aunque no siempre es así. Los presentes también pueden despertar ansiedad, frustración o angustia. En Navidad, quien más y quien menos pasará por este proceso, por lo que conviene saber cómo manejarlo para despertar emociones placenteras.

El regalo suele ser un acto de amor o cariño desinteresado, un ritual que analizado desde la neurociencia, modifica la actividad de las estructuras cerebrales relacionadas con placer, el refuerzo y la recompensa. “El sistema límbico, como centro de las emociones en nuestro cerebro, es el principal encargado de inducir modificaciones neuroquímicas cuando regalamos o cuando recibimos un regalo. Se produce un incremento en la liberación de sustancias como la dopamina y la oxitocina, que provoca sensaciones placenteras. Quien regala también obtiene beneficios cerebrales, especialmente en las personas más empáticas”, explica José Antonio Portellano, Neuropsicólogo y Profesor Titular de la Universidad Complutense de Madrid.

La química del placer

Además de este despertar de la química del placer, el cerebro más emocional también se activa. Por ejemplo, la mencionada oxitocina es denominada la hormona de la cognición social, elemental para desarrollar la confianza y las relaciones emocionales. «Las estructuras críticas para el procesamiento de la información emocional se ponen en marcha, sobre todo la amígdala o la corteza prefrontal, más vinculadas a la cognición social», explica Redolar, neurocientífico y profesor de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC.

Dar mil vueltas hasta dar con un regalo y que quien recibe se quede con cara de póquer es una de las circunstancias en las que este acto puede provocar malestar. “Las personas que se preocupan excesivamente por complacer al otro, pueden experimentar sensaciones negativas: la incertidumbre sobre qué regalo hacer para no decepcionar al que lo recibe, provoca aumento en los niveles de ansiedad”, comparte Portellano. Las expectativas entorpecen en gran medida el objetivo de esta muestra de afecto en el momento del intercambio. Se puede desencadenar un estado de alerta y decepción si la respuesta no es la que se esperaba.

La otra cara de los regalos

“Hay otra modalidad de regalo que también puede provocar reacciones adversas y emociones negativas: cuando los regalos están encaminados a obtener algún beneficio propio o lucro como contrapartida. En estos casos no existe un genuino interés en incentivar los sentimientos de felicidad en el otro, por lo que el cerebro no se deja “engañar” y no produce liberación de moléculas placenteras”, continúa el profesor.

Estos son los consejos, desde la neurociencia, para limitar la ansiedad en estos rituales y hacer del regalo una experiencia placentera.

Comprender la emoción de quien se ha tomado un tiempo en comprar o realizar el regalo o hacer una inmersión en los gusto de una persona para encontrar algo que encaje con ella son formas de trabajar la capacidad de percibir los sentimientos ajenos. “La empatía es un puente que permite entender las emociones del prójimo, pero también las propias emociones. Las neuronas especulares son el sistema que optimiza el valor del regalo. Por eso, es aconsejable pensar desde el otro: qué regalo le puede agradar y hacerle sentirse bien”, expone Portellano.

Potenciar la empatía

Comprender la emoción de quien se ha tomado un tiempo en comprar o realizar el regalo o hacer una inmersión en los gusto de una persona para encontrar algo que encaje con ella son formas de trabajar la capacidad de percibir los sentimientos ajenos. “La empatía es un puente que permite entender las emociones del prójimo, pero también las propias emociones. Las neuronas especulares son el sistema que optimiza el valor del regalo. Por eso, es aconsejable pensar desde el otro: qué regalo le puede agradar y hacerle sentirse bien”, expone Portellano.

Ponerse retos

Iniciar la búsqueda de un regalo muy concreto o difícil de conseguir puede reportar consecuencias positivas. Este proceso libera dopamina, uno de los neurotransmisores que media la sensación de placer en el cerebro. Además, quien recibe el regalo obtiene un beneficio añadido al sentirse importante para el otro. “A los seres humanos y a los primates les gusta mucho sentir que alguien se ha preocupado por ellos”, comenta el profesor de la UOC. Esta impresión hace que su sistema libere serotonina. “Este neurotransmisor, relacionado con el control de las emociones, es considerado una sustancia de crítica importancia para la regulación del estado de ánimo», continúa.

regalos

Activar la creatividad

Si no se sabe con qué acertar, puede aplicarse el factor sorpresa. “Cuando no estamos seguros de cuál es el regalo que le puede agradar, podemos emplear la sorpresa o la fantasía: a veces un regalo más sencillo pero más personalizado, pueden tener un efecto beneficioso en la actividad de estructuras emocionales del cerebro, como la amígdala”, recomienda Portellano. Con el objetivo de reducir la ansiedad en la búsqueda del regalo, Ubieto recomienda arriesgar un poco e intentar encontrar algo que el otro no haga habitualmente, ya que si finalmente no le acaba gustando, al menos se puede pensar que se ha ofrecido la oportunidad a la otra persona de descubrir algo nuevo. «Esto nos puede hacer sentir más satisfechos con nosotros mismos», añade José Ramón Ubieto, colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencia de la Educación de la UOC.

Apreciar el acto en sí

“Un regalo es sobre todo un don, no es un objeto, es un gesto de dar algo”, explica Ubieto. Por ello, incidir en el acto y no tanto en el qué puede potenciar las emociones positivas. “Se tiene que tomar el momento como un reto, como una novedad que se puede disfrutar. Es una manera de aceptar el don del otro. Es decir, nos puede gustar el gesto que nuestro hijo nos ha hecho un regalo, pero no el regalo en sí mismo», concluye el colaborador de la UOC.

 

Esperamos estos consejos puedan ayudarte a sentirte mejor al momento de dar o recibir regalos.

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